Estamos próximos a comenzar el gran Año Jubilar dedicado a nuestro santo patrono. Al igual que todas las comunidades palestristas, Kénosis también está comenzando a preparar su corazón para este gran acontecimiento.
La antorcha de Pablo, que no es más ni menos que la Luz de Cristo, comenzará a alumbrar con un nuevo resplandor nuestra Iglesia, nuestro Movimiento, nuestra provincia, nuestra sociedad, nuestras comunidades y familias.
A través de nuestro blog, queremos comenzar a impregnar nuestros ambientes, con reflexiones, espiritualidades, documentos, testimonios, que reflejen el carisma paulino.
Comenzamos este nuevo desafío con algunas consideraciones sobre la captación siguiendo el modelo de San Pablo.
San Pablo tiene el mérito de haber intentado anunciar el Evangelio a una cultura distinta sin que el Evangelio perdiera su esencia. También pudo adaptarlo a nuevas situaciones para que los destinatarios de su predicación no se sientan “tocados”, ni renuncien a su propia identidad.
Hoy los palestristas tenemos grandes desafíos para lograr que nuestro anuncio sea efectivo y no produzca rechazo en las personas que evangelizamos a través de nuestro apostolado específico que es la captación.
¿Y cómo evangelizaba San Pablo?. Pablo, el Apóstol de los Gentiles, era “El Líder”, perceptivo de la realidad social, tanto como para animarse a decir: “Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles, me he hecho todo en todos a fin de salvar a algunos”; una audacia acorde a su personalidad. Esto prueba que Saulo una vez convertido, tiene la misma seguridad y energía que cuando era perseguidor de cristianos. Esta firme determinación de “hacerse todo con todos” es una decisión que solo pueden tomar los que son capaces de correr riesgos, los que viven al límite pero tienen clara su meta.
Pensemos un poco, el sólo hecho de hacerse débil con los débiles o fuerte con los fuertes, podría haberlo confundido y complicado. Si su Fe era reciente y su formación estaba signada por determinismos y apegos a la Ley por la Ley misma, Pablo necesitaba incorporar hasta un nuevo discurso con el cual relacionarse.
Para Pablo, la esencia del Evangelio, estaba en la Persona de Jesús. Su conversión se distingue por ser un encuentro personal con el Resucitado, él asume la Fe desde un Dios de vivos, un Dios que ya venció su propia Muerte. Conversión que, en el Pluralismo Eclesial, cobra una dimensión social y comunitaria.
Pablo era un hombre de acción; apenas convertido se pone al servicio: ¿Quién eres Tú Señor? ¿Qué quieres de mí?. Su misión era evangelizar y el Evangelio mismo propone diversidad en la unidad.
La realidad social es caótica y turbulenta, siempre cambiante, lo fue también para Pablo.
Los Palestritas tenemos como herramienta el PEDAL, que acompaña nuestra captación y es una estrategia para la vida cotidiana: ¿podríamos captar si no vivimos el PEDAL?. El desafío es ser coherentes entre nuestro ser y nuestro hacer. ¿Cómo?: lo dice San Pablo: (II Tim., 2- 5)
- Correr de acuerdo al Reglamento: Cristo Camino. El Hombre Perfecto, nuestro modelo.
- Correr unidos a la Cabeza: Cristo Verdad. Dios que ilumina a la iglesia.
- Correr sustentados en el Alimento Conveniente: Cristo Vida. La Eucaristía experimentada en actitudes y hábitos.
Como dice nuestro Documento de Identidad, la finalidad del Movimiento Palestra, es la de formar jóvenes para que se conviertan en primeros e inmediatos apóstoles de la juventud, teniendo en cuenta el medio social en que viven., procurando saturar de espíritu evangélico el orden temporal. Jóvenes que “madurando la conciencia de la propia personalidad, impulsados por el ardor de vida, y por un dinamismo desbordante, asumen la propia responsabilidad y deseen tomar parte de la vida social y cultural. “ (Vaticano II. Apostolado de los Seglares 12).
Palestra como Movimiento de laicos está destinado a la construcción de la Iglesia, con su carisma propio en los distintos ambientes de acción donde actúa. “En el seno del Pueblo de Dios, que es la Iglesia, hay una unidad de misión y diversidad de carismas, servicios y funciones; obra del único idéntico Espíritu, de suerte que todos., a su modo, cooperen unánimemente en la obra común.” (Medellín, Movimientos de Laicos 10, 2-7.
La finalidad de la captación es lograr un cambio interior; tratar de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y sus ambientes concretos. Debe alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación.
La vocación de líder para la captación es un don proveniente del Espíritu Santo, el cual no solo santifica y dirige al Pueblo de Dios, mediante los Sacramentos y Ministerios, sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, “distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad” (1° Cor. 12, 11), con los que los hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para renovación y mayor edificación de la Iglesia.
Los fines y objetivos que orientan la captación, deben estar fundamentados en los siguientes criterios:
1. El criterio fundamental que siempre deben tener en cuenta los dirigentes para profundizar y presentar a los jóvenes es: LA PALABRA DE DIOS, ALMA DE LA EVANGELIZA-CIÓN. “Mire cada cuál como construye; pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto Jesucristo.” (I Cor. 3, 10-11)
2. La captación se realiza desde el Movimiento a través del testimonio personal y comunitario, abarca todos los aspectos de la persona (desarrollo de los valores humanos y espirituales.) Cada integrante debe mostrar que la vida del Movimiento no es una actividad más, sino una forma de vivir el Evangelio y que ayuda al joven a integrar toda su vida (Estudio, trabajo, profesión, familia, relaciones sociales, etc.) enfocándola hacia la misión de la Iglesia; EVANGELIZAR. “El esfuerzo orientado al anuncio del Evangelio a los hombres de nuestro tiempo, exaltado por la esperanza, pero a la vez perturbados con frecuencia por el temor y la angustia, es, sin duda alguna un servicio que se presenta a la comunidad cristiana e incluso a toda la humanidad.”
3. El camino a la Santidad se vive en la Iglesia con una VOCACIÓN COMUNITARIA, a imagen y semejanza de Dios que es Comunidad Trinitaria. Esta vida comunitaria se expresa en actitudes de fraternidad y colaboración haciendo crecer el Movimiento como parte activa del Cuerpo de Cristo. “El Señor agregaba cada día a la Comunidad a los que se habían de salvar.” (Hch. 2, 47)
4. Debe tener primacía siempre la serenidad y la prudencia en la tarea de captación, evitando caer en el error de evaluar la eficacia de este servicio por el número de participantes y la grandiosidad de las reuniones, sino más bien por la profundidad de las mismas y la perseverancia de los iniciados. Teniendo cuidado también, que no sea una promoción de grupos reducidos de posibles dirigentes sino una promoción cada vez más amplia y mejor organizada.
5. La finalidad: de este proceso evangelizador, que deberá continuar en los tres Períodos, busca alcanzar no sólo al joven sino también al medio cultural en que vive: “...alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación.” (Evangelii Nuntiandi 19)
B) VALORES QUE DEBEMOS PRESENTAR A LOS JÓVENES Medellín advierte sobre las necesidades autenticidad en los valores; “Con las ansias de sinceridad que muestra la juventud hay que llamarla a una constante profundización de su autenticidad y a una autocrítica de sus propias deficiencias, presentándole los valores permanentes para que sean reconocidos por ella.” (MEDELLÍN, JUVENTUD 3, 13). Esta actitud de autenticidad se manifiesta en lo que nos exhorta Pablo VI: “El mundo exige y espera, sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos, especialmente para los pequeños y los pobres, obediencia y humildad, despego de sí mismo, renuncia.” (Evangelii Nuntiandi 76). Es necesario advertir al joven sobre el peligro de ciertos antivalores que, escudados tras una supuesta espontaneidad, no son producto de una auténtica vida cristiana; por el contrario son consecuencia de la influencia de una sociedad de consumo que masifica y deshumaniza al hombre. (Cfr: MEDELLÍN, Juventud 1, 3).
Los presentantes son los principales responsables de trasmitir los valores que deben guiar la búsqueda del joven:
1. PERSONALIZACIÓN: Atendiendo al grave peligro de “tener más” y respondiendo a las aspiraciones y exigencias de los jóvenes de “ser más”, el Palestrista encuentra gozo en su autorrealización por el servicio del amor. “Estimular en los jóvenes una sólida formación humana y cristiana y los esfuerzos por forjarse una auténtica personalidad.” MEDELLÍN, Juventud 14, a)
2. LIBERTAD: Capacitar a los iniciados con criterios claros sobre el significado de la verdadera libertad, mostrando a Cristo como el verdadero Liberador. “Liberación de todas las servidumbres del pecado personal y social, de todo lo que desgarra al hombre y a la sociedad y que tiene su fuente en el egoísmo”.
3. REVALORIZACIÓN DE LA FAMILIA: Siendo la familia “formadora de personas, educadora en la Fe y promotora en el desarrollo”, el joven debe descubrir su importancia y participar activamente en esta misión que tiene en la sociedad y en la Iglesia. Esta misión de ser la célula primera y vital de la sociedad, la familia la ha recibido directamente de Dios”. Además es importante que esté unido íntimamente a su familia y la considere como el primer ambiente donde debe dar testimonio de su Fe.
4. SENTIDO HUMANITARIO: Pablo VI nos dice que los jóvenes tenemos que acostumbrarnos a presentar en la sociedad en que vivimos el rostro de una sociedad más buena, más honesta, más solidaria. “Una civilización que precisamente por brotar del amor hacia la humanidad y estar orientada a hacerla gozar su dichosa experiencia, tendrá que dirigirse a la búsqueda y a la afirmación de los auténticos valores de la vida, aunque ello provoque contra esta sabia y generosa empresa incomprensión y dificultades”.
5. VISIÓN CRISTIANA DE LA REALIDAD: Nuestra visión de Fe debe iluminar e impregnar toda la realidad temporal en que vivimos y ayudar al compromiso con la sociedad. “...con la plena conciencia de su papel en la edificación de la sociedad, por la que se esfuerzan e llenar de magnanimidad cristiana su actividad doméstica, social y profesional. De esta forma, su modo de proceder va penetrando poco a poco en el ambiente de su vida y de su trabajo.” (A.A. 13) (Cfr. PUEBLA 797, 298)
6. SENTIDO COMUNITARIO: Siendo la mística cristiana, fundamentalmente una mística de comunión con Dios y con los hombres expresada en la Iglesia es necesario que el joven oriente su búsqueda de Dios a través de su compromiso en la comunidad, de tal forma que se sienta partícipe y constructor de la misma. “Todos los creyentes vivían unidos y compartían todo cuanto tenían.” (Hc. 2, 44) Puebla sintetiza este sentido comunitario en dos palabras claves: COMUNIÓN Y PARTICIPACIÓN. “La Iglesia evangelizadora hace un fuerte llamado para que los jóvenes busquen y encuentren en ella el lugar de su comunión con Dios y con los hombres, a fin de construir “la civilización del amor” y edificar la paz en la justicia.” (PUEBLA 1.188).
7. BÚSQUEDA SINCERA DE LA VERDAD: El hombre en su búsqueda sincera de la VERDAD quiere encontrar respuestas a sus interrogantes sobre la verdad acerca de Dios, acerca del hombre y de su destino misterioso, la verdad acerca del mundo. (Cfr. JUAN PABLO II, Discurso inaugural en Puebla, 28-1-79) Jesucristo nos dice: “Yo vine al mundo para dar testimonio de la Verdad. Todo aquel que pertenece a la verdad oye mi voz.” (Jn. 18, 37) “De todo evangelizador se espera que posea el culto a la verdad, puesto que la verdad que él profundiza y comunica no es otra que la verdad revelada y, por tanto, más que ninguna otra, forma parte de la verdad primera que es el mismo Dios. El predicador del Evangelio será aquel que, aún a costa de renuncias y sacrificios, busca siempre la verdad que debe transmitir a los demás.” (E.N. 78)
8. VIVENCIA DEL EVANGELIO CON ALEGRÍA: La alegría cristiana del Palestrista, al asumir su apostolado hace que los jóvenes se cuestionen sobre esa realidad, es decir genera en el iniciado un cuestionamiento de cómo el cristiano es capaz de vivir aún en el dolor y la adversidad con un testimonio de alegría basado en su Fe en el Señor.“Alégrense en el Señor, en todo tiempo. Les repito: alégrense y sea tal la perfección de su vida que toda la gente lo pueda notar.” (Fil. 4, 4)
9. TESTIMONIO DE AMOR: Una preocupación constante en los jóvenes es la búsqueda de la amistad y el sentido del amor. Por eso el Movimiento debe orientar esta búsqueda en todas las relaciones y actividades de los jóvenes, mostrándoles que la amistad y el amor se plenifican cuando se viven en la plenitud de Cristo que nos trató como amigos. (Cfr. E.N. 79)
10. SENTIMIENTO DE PERTENENCIA A LA IGLESIA: Por la esperanza y confianza que la Iglesia ha puesto en los jóvenes muchos han interpretado el rostro rejuvenecido de la misma y se acercan con mayor interés a distintas agrupaciones juveniles católicas. Sin embargo es necesario impulsar hacia una verdadera conciencia de pertenencia y participación en la Iglesia. “La Iglesia confía en los jóvenes, son para ella su esperanza. La Iglesia ve en la juventud de América Latina un verdadero potencial para el presente y el futuro de su Evangelización.” (Puebla 1.186)
11. TESTIMONIO DE UNIDAD: Todos los valores se realizan cuando en el interior del joven existe unidad y sobre todo con aquel que es la unidad, Cristo Jesús, para que de esto surja el sentimiento de unión con quienes los rodean por ser hijos del mismo Padre. (Cfr. E. N. 77) “Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mi, y yo en Ti. Sean también uno de nosotros; así el mundo creerá que tú me has enviado. (Jn. 17, 21)
Pablo, fiel apóstol y soldado de Cristo.
Tú, que al conocerlo no dudaste en cambiar tu vida,
acompáñanos en la lucha de nuestra conversión diaria.
Tú que hiciste del anuncio del evangelio
tu mas bella misión,
ayúdanos a anunciar el mensaje del Señor,
con la palabra y con nuestro testimonio.
Tú, que luchaste el buen combate,
transmítenos tu valentía y fortaleza
para enfrentar sin miedos las dificultades
que se nos presenten en la palestra de nuestra vida.
Tú que encontraste en Cristo,
la llama que encendía tu fe,
ilumínanos con ella, para descubrirlo también nosotros,
aún en nuestra oscuridad.
Tú que nos enseñaste todo esto,
enséñanos también a trabajar mas unidos que nunca,
para así infundir amor y esperanza
en cada lugar que nos toque actuar.
Amén.
1 comentario:
Facundo dijo...
MUY BUENO!! FELICITACIONES SIGAN ASI !!!!! buenisima lo publicado me paso a darles fuerzas asi puedan hacerlo siempre un abrazo y que anden bien
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