jueves, 10 de julio de 2008


Oración por la Patria

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Nos sentimos heridos y agobiados.
Precisamos tu alivio y fortaleza.
Queremos ser nación, una nación cuya identidad
sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.
Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios
para amar a todos sin excluir a nadie,
privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden,
aborreciendo el odio y construyendo la paz.
Concédenos la sabiduría del diálogo
y la alegría de la esperanza que no defrauda.
Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice:
¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.
Amén.
Los jóvenes y la pastoral vocacional Mensaje del Papa Benedicto XVI (Doc. Aparecida)

En América Latina, la mayoría de la población está formada por jóvenes. A este respecto, debemos recordarles que su vocación consiste en ser amigos de Cristo, sus discípulos, centinelas de la mañana, como solía decir mi predecesor Juan Pablo II. Los jóvenes no tienen miedo del sacrificio, sino de una vida sin sentido. Son sensibles a la llamada de Cristo que les invita a seguirle. Pueden responder a esa llamada como sacerdotes, como consagrados y consagradas, o como padres y madres de familia, dedicados totalmente a servir a sus hermanos con todo su tiempo y capacidad de entrega, con su vida entera. Los jóvenes afrontan la vida como un descubrimiento continuo, sin dejarse llevar por las modas o las mentalidades en boga, sino procediendo con una profunda curiosidad sobre el sentido de la vida y sobre el misterio de Dios, Padre creador, y de Dios Hijo, nuestro redentor dentro de la familia humana. Deben comprometerse también en una continua renovación del mundo a la luz de Dios. Más aún, deben oponerse a los fáciles espejismos de la felicidad inmediata y de los paraísos engañosos de la droga, del placer, del alcohol, así como a todo tipo de violencia.
Vida de San Pablo
Pablo nació en la ciudad de Tarso, en la actual Turquía centromeridional.Considerando que en la carta a Filemón, escrita hacia mediados de la década del año 50, Pablo se declara “anciano”, es decir, de más de sesenta años, podemos fechar el nacimiento hacia comienzos de la era cristiana, unos años después de Jesús. Su familia era de estricta observancia judaica (cf Flp 3,5-6).
El nombre romano de “Pablo” (“pequeño, poco”) oculta en realidad el hebreo de “Saulo” (“invocado, llamado”).En Tarso Pablo pasa su infancia, tal vez hasta los 13 años, frecuentando allí una escuela elemental en ámbito judío, donde aprendió el griego y sobre todo la Biblia en lengua griega. El conocimiento del mundo griego aumentaría más tarde, como demuestran las cartas en algunos puntos específicos: el tema del conocimiento natural de Dios (cf Rom 1,19-20), un cierto vocabulario antropológico (cf 2 Cor 4, 15–5,9), el concepto de conciencia (cf Rom 2,15; 13,5), etc.Habiéndose trasladado de adolescente a Jerusalén, Pablo asistió a las clases del gran rabino Gamaliel el Viejo (cf He 22,3).
Aquí adquirió un profundo conocimiento de la Torá según la escuela de los fariseos (cf Flp 3,5).No tenemos ningún indicio de contacto alguno con Jesús de Nazaret. Su primer contacto seguro con el naciente cristianismo lo tuvo sin duda en Jerusalén, pero con el grupo de Esteban y sus compañeros: para él, fariseo, tuvo que ser algo chocante oírlos pronunciar “blasfemias contra Moisés y contra Dios”, o sea, contra le Ley y el templo (He 6,11-14). Se enfureció y pasó a la persecución abierta contra la nueva “secta”.
Su actividad persecutoria se extendía de Jerusalén a Damasco. Pero precisamente allí Pablo sufrió el vuelco de su vida: “fue alcanzado por Cristo” (Flp 3,12). Según los Hechos, el evento se combinó con el bautismo y una específica iniciación cristiana por parte de la comunidad de Damasco. De ahora en adelante todas las energías del ex fariseo están puestas al servicio de Jesucristo y del evangelio.Tiene un primer y significativo encuentro con Pedro en Jerusalén.Bernabé, un judeo-cristiano de origen chipriota se dirige a Tarso a buscar a Pablo para que colabore en las perspectivas misioneras en la ciudad de Siria.
Aquí trabajan juntos durante todo un año. Después emprenden un viaje misionero como nueva exigencia de expansión del evangelio (cf He 13, 14), desde Seleucia hasta Derbe, pasando por distintos lugares.En el llamado concilio de Jerusalén, por la intervención de Pedro y de Santiago el Mayor, se reconoce la actividad apostólica de Pablo.La metrópolis siria se convierte para Pablo en su sede habitual y normal punto de referencia después de sus viajes.
El segundo y más comprometido viaje misionero, ahora sin Bernabé, lo realiza desde Antioquia de Siria, atravesando diversas regiones, hasta llegar a Corinto, donde se detiene un año y medio y escribe la primera Carta a los tesalonicenses. De allí emprende nuevamente su viaje, llegando incluso a Éfeso, en Asia, hasta volver a Antioquia de Siria.Desde aquí comienza su tercer viaje misionero: a través de Galacia llega a Éfeso, donde se queda al menos dos años. Aquí “se puso a enseñar diariamente en la escuela de Tirano” (He 19,9). Al llegar a Corinto sufre diversas ofensas, y en la ciudad de Éfeso probablemente sufre también una prisión.
La muerte de Pablo acaeció seguramente en Roma bajo el emperador Nerón y fue violenta: un martirio, con la acusación de pertenecer a un grupo subversivo. Según la cronología más adoptada, es posible que haya sido en el año 64.